1/12/09

Resentimiento...


En la vida cotidiana,
hay momentos que nos cambian,
sin mediar escollo,
de cordialidad o indiferencia,
se brinca al odio,
con inusitada frecuencia.

Es resultado,
de ideas diferentes,
a veces nos hacen algo,
en otras solo lo sientes.

Es algo terrible,                   
que como un diablo interno aparece,
siempre presto a influir,
en cualquier momento,
este sale a relucir.

Es también un monstruo,
al que se da el tamaño que se desee,
se  alimenta de falsas ideas,

de quejas y supuestos,
y en la aberración,
nubla la mente con rabia,

la llena de autocompasión.

Es algo muy interno,
presente en cada quien,
algunos  lo  manejan,
y no permiten su llegada,
así les va muy bien.


Con razón o sin ella, 
otros no pueden con él,
aflora al primer instante,
y los conquista la hiel.

Es difícil de evadir,
se nutre de nuestro orgullo,
se  encaja muy profundo,
el perdón y tolerancia sus enemigos,
envidia y mente su territorio mas fecundo.

Quien no perdona,
sin darse cuenta se aísla,
nunca puede olvidar,
dedica su tiempo a odiar,
su vida deja de gozar.

Es el resentimiento,
este sentimiento tan lacerante,
al que no debemos permitir ser habitante,
y expulsarlo en ese mismo instante.



Imagen:
Resentimiento
1947
Nicolas de Staël
1914-1955

El discurso del resentido dice, palabras más, palabras menos:
He sido excluido del banquete de los elegidos pese a que soy superior a ellos; los elegidos me odian y me tienen miedo; yo, por lo tanto, les correspondo.

Tomado de:
Elespectador.com 
El resentimiento
Por: Andrés Hoyos


Pérfida...


A mi lado llegaste,
y mucho trabajo costaste,
tenerte no fue fácil,
de eso te encargaste.

Tantas voces en mi oído,
ten cuidado me dijeron,
es mujer muy veleidosa,
en su haber, a nadie ha querido.

El amor es como un capricho,
no se pierde hasta cumplirse,
no cejé hasta obtenerte,
mi deseo sé a cumplido.

La edad no importa me dijiste,
me gustan los hombres maduros,
en el amor y en el dinero,
son centrados y seguros.

Interesada y veleidosa,
y vaya que me lo hiciste sentir,
interminables tus demandas,
mi chequera empezó a sufrir.

Al pasar del tiempo,
nada cumpliste,
ni hijos, ni amor, ni sexo,
solo gastar pudiste.

Cuantas veces por las noches,
que por tenerte te inventé,
imaginando tu perfume,
que en mi sueño elaboré.

Ya nada te importaba,
solo deseabas a tu manera vivir,
ni siquiera las apariencias,
te interesaba cubrir.

¿Y que sientes?


Que sientes,
ahora que casi estoy muerto,
cuantas veces lo deseaste,
infinitas veces lo pediste.

Que sientes,
cuando postrado me ves,
alicaído y enfermo,
derrotado a la vez.

Es la vida que se acaba,
y cuantas veces lo quisiste,
hoy por fin,
tu deseo a punto de cumplirse.

Este Hombre,
que hasta hoy esperó
y a los besos prometidos,
esos que jamás llegaron,
por no ser correspondidos.

La ineludible muerte que se acerca,
solo acrecenta mi sed por ti,
en esta soledad desértica,
gran final está cerca.

Pero aún tengo una fuerza,
una venganza pueril,
ni de esta casa ya soy dueño,
y con las tarjetas hasta el cuello,
las cuentas que te dejo son mi sueño,
esto sí, que suena bello.